domingo, 27 de diciembre de 2009

Un segundo más

Hola de nuevo. Casi un año separa la última publicación de esta. Y es que este ha sido, para mí, un año muy atareado: ando dando puntadas decisivas a mi carrera, más cerca ya del final que del principio. Y eso me hace barruntar vientos de cambio en un futuro no muy lejano. Para muchos de vosotros, seguro, en esta época del año – contexto navideño – hablar de futuro es hablar del 1 de Enero de 2010. ¡Quién nos iba a decir que íbamos a llegar tan lejos sin cargarnos el planeta! De pequeño – contexto 1989-1999 – hablar de 2010 era como hablar de una de esas películas donde hasta tu coxis es de metal y las prostitutas tienen tres tetas (véase ‘Desafío total’). Y sin embargo, con 20 años, el año se presenta ante mis narices como quien no quiere la cosa. El futuro está aquí, en efecto.

Con el Conde Ramontxu en la pantalla – ah no, espera, este año no – y las uvas en el plato, muchos son los que, en los últimos segundos del año, explotan sus neuronas para hacer una lista de buenos propósitos con los que mejorar su persona. En la mayoría de los casos, buscamos dejar atrás vicios de esos que nos dicen ‘acabarán por matarnos’, como el tabaco; o emprender algo que se supone nos va a aportar beneficio, pero que nos va a costar un testículo (u ovario) y parte del otro, como apuntarse al gimnasio o ponerse con algún idioma. En cualquier caso, resulta curioso que en los últimos segundos del año nos pongamos a hacer balance de aquello que nos es dañino (tabaco) y pensemos en un yo mejorado que se comerá otras 12 uvas 365 días después (un yo cachas o un yo plurilingüe). Ese espíritu de cambio, de mejora, nos invade hasta la última uva, y la mañana del 1 de Enero nos ilumina el día y nos pone una sonrisa en la jeta, nos hace ver que hay algo por lo que vivir. Nos hace poner expectativas en el futuro. Lástima que esos propósitos no lleguen ni al 2 de Enero.

Y así todos los años. La gente pierde con mucha facilidad el espíritu emprendedor, las ganas de luchar, la sonrisa que citaba antes. Y se amoldan a la misma realidad del año pasado, sea buena o sea mala, cayendo en una costumbre cargante y pesada. Sin cambios no hay historia, pero tampoco riesgo, y por ello, todos contentos. Yo es que soy de otra índole, y les cuento, por si quieren tomar nota. Para mí, el segundo comprendido entre las 23:59:59 y las 00:00:00 de esa noche es uno más. Soy de los que tienen la manía de mirar al futuro cada dos por tres. Al pasado también, para recordar lo que fue bueno y quedarme con ello. Para aprender de ello. Pero al futuro siempre. Mis propósitos de año nuevo, que los tengo como todo hijo de vecino, no son tan comunes. Se relacionan con ellos términos como ‘afinidad’, ‘amigos’, ‘inconformismo’, ‘lucha’, ‘esperanzas’, ‘eficiencia’, ‘saber’ (seguir peleando por mi carrera y disfrutando de ella), ‘ejercicio’ (que no gimnasio), ‘familia’, ‘crecimiento’, ‘construcción’, ‘avance’, ‘expansión’ (sí, seguir con el inglés por duodécimo año), ‘superación’… Y podría tirarme un rato así. Tengan por seguro que, como he hecho este año, lucharé por ellos cada segundo, conformándome sólo con un buen resultado y explotando todas las posibilidades habidas y por haber para cada caso. Incansable, soy de esos que hasta que no tienen lo que quiere, sigue llorando. Porque el que no llora…

Plantéenselo. Luchar cada minuto por lo que quieren. No necesitar que haya luces de navidad cegándonos, ni uvas en un plato, ni parientes pesados que repiten el mismo chiste año tras año (Dos enterrados en un alud de nieve asoman la cabeza y ven un San Bernardo de esos que llevan un barrilito de coñac al cuello. ¡Mira, ahí viene el mejor amigo del hombre! Dice uno, a lo que el otro contesta: ¡Y viene con un perro!) para desear materializar aquello con lo que se sueña. ¿Que te quieres ver cachas? No se lo pidas a unas uvas y vete al gimnasio. ¿Que quieres aprender inglés? Pues te recomiendo la EOI, vete apuntando. Pero no te quedes ahí, mira en lo más profundo de tu sistema límbico: ¿Que tus amigos no te convencen porque son muy diferentes a ti? Hay seis mil quinientos millones de personas en el mundo, malo será que seas único. ¿Que tu pareja te pone unos cuernos que pareces Rudolph the red nosed reindeer? Corta por lo sano, mejor antes que después (más tiempo tienes para rehacerte). ¿Que la vida te lo pone difícil? Pónselo difícil tu a ella. Pero muévete, no te limites a pedírselo a una uva, que es solo el fruto de Vitis vinífera (ay, qué me gusta mi carrera); ni a juntar las manos para pedírselo a un dios – se llame como se llame – que probablemente no exista / no nos oiga. Muévete, explota todos los medios a tu alcance, y acaba de una vez de coger un pasaje en el tren de la felicidad. ¿Que no sale? Por mucho que se empeñen Hollywood, los aztecas y Nostradamus, yo creo que, después de cuatro mil millones de años, el mundo no acabará en 2010, ni en 2012.

¿Que eres de esos que ya tiene el billete? No te olvides de abonarlo de nuevo.

Feliz año 2010… y 2011, 2012, 2013…