jueves, 17 de febrero de 2011

¡Hijo de perra!

ACTUALIZO: Nos cuenta el diario 'HOY' que, según la Policia Local, el vídeo no parece haberse grabado en Badajoz, lo que cambia un poco la base de la entrada (no cambia el pecado cometido, lógicamente). También simplifiqué el título de la entrada a otra forma más común, El anterior lo vi en el diario citado... y creí haberlo leído en un artículo de noticias cualquiera cuando realmente procede de un blog de ese periódico... y eso ya no es parafrasear, ¡es copiar! Pido disculpas a E. Falcó por el fallo, pensé que lo había visto en la cabecera de un artículo.

He de reconocer que no me gustaban los animales. Y menos los perros. Con doce o trece años, todavía saltaba hacia atrás cuando venía algún señor o señora con su perro por la calle y el animal se acercaba a jugar contigo. No comprendía cómo la gente podía darle cariño y atenciones a algo aparentemente inútil. Nuestra casa no tenía patio, y aunque mi hermana quería, nunca le dejaron tener un perro. Llegó 2005 y mi casa en el pueblo absorbió una casita vieja contigua, y creció. Y le salió un patio. Y entonces mi hermana consiguió su propósito. Un día de Agosto, mi padre y ella marcharon a Badajoz, y al volver, envuelto en una manta (como si hiciera frío) venía un perrito (perrita para ser exactos) de color canela. De raza chucho, como yo digo. La llamaron Cuca, y no me gustó nada. Los primeros días se orinaba y hacía sus cosas en casa mientras yo enredaba con el ordenador y me preparaba, nervioso, para un viaje a Estados Unidos, la primera vez que dejaría mi casa tanto tiempo y tan lejos. Quizás por ese estrés no hacía más que quejarme del perro y de lo mal que olía cuando hacía lo que os cuento. Pasó el viaje y avanzó el curso. Una tarde me encontraba altamente estresado (más de lo que acostumbran a verme mis amigos) por cuestiones del instituto, tanto sociales como académicas. Me senté a llorar en el suelo, a descargar un rato. Cuando me quiero dar cuenta, el bicho estaba allí, mirándome, con las orejas caídas, con cara de ¿qué coño le pasa a este? En algún momento, emitió un sonido gutural, como un lamento. Luego, con la costumbre, supe que lo hacía cuando estaba triste. Desde aquel día quiero a mi chucha. Y se que ella me quiere a mi, de algún modo. Porque siempre que llego de Salamanca a casa, según oye las ruedas de la maleta se lanza a la escalera y se me tira encima. Porque ya pueden pasar dos y tres meses sin aparecer por el pueblo, que lo hace. Dirán muchos que son ilusiones, que los perros no sienten ni padecen. Pero yo creo que algo hay.

Por cuestiones como esta soy extremadamente sensible con el tema de los animales. No me definiría como animalista, pues sería hipócrita considerando que me va la carne. No es mi estandarte ideológico, pero ensañarse con un ser vivo (aunque sea un árbol) sin la más mínima justificación, me parece contraproducente, y mi postura está clara al respecto. Pues bien. Si alguien lee estas mierdas que escribo con asiduidad (que lo dudo, pero lo entiendo perfectamente) sabrá que meriendo habitualmente (ya he empezado algún post merendando). En estas que me pongo los nachos con queso, el pastelito de tiramisú y el zumo de naranja (parezco ahora una gorda empedernida, pero el que me conozca sabrá que soy de metabolismo acelerado) entro a internet y en el periódico que tengo de página principal aparece esto:

LA RED, A LA CAZA DE UN TORTURADOR DE CACHORROS

Entré a ver qué era porque ya había visto algo en El Periódico de Extremadura el día anterior, pero no le había hecho mucho caso. Ilustran la noticia con una especie de pancarta con la cara de un perrito, como una foto hecha a destiempo, con una cámara de baja resolución. Empiezo a leer y empiezo a asquearme: un chaval que se hace llamar asesiño knino había matado a un perro tras torturarlo durante casi medio día. Lo había grabado en video. Lo había editado y había subido la gracieta a youtube. Se me quita el hambre y las ganas de ponerme a ver 'El Intermedio' de anoche. Sigo leyendo, y me horrorizo todavía más cuando veo que el crimen se ha cometido en mi capital, Badajoz. Los detalles me producen ganas de vomitar y la rabia que me enciende quiere sacar lágrimas de mí, pero me contengo. Al parecer, amordazó al perro, le cortó las patas y las orejas, le hizo comer su propio excremento y finalmente lo asfixió tras once largas horas de agonía. El tipo, con acento de Suramérica, perpetró la hazaña pateando al perro con sus limpias botas de militar. Y para rematar, ladra que cometerá 95 asesinatos semejantes en los próximos meses. Daban el enlace del vídeo, pero no he tenido cojones de verlo. En la noticia, abajo, daban un enlace a la web de Canal Extremadura TV, donde habrían tratado la noticia un tiempo antes en el programa que presenta Sara Solomando. Pincho, abro youtube con miedo, y escucho lo que ven en el siguiente video. Una advertencia: la televisión pública extremeña - que por otro lado es una de las que más corridas de toros emite de todo el país, lo cual es también cuestionable teniendo en cuenta que pagamos ese canal muchos a los cuales nos parece una aberración - ha tenido el mal gusto de mostrar algunos fragmentos de la cinta.


Triste, lamentable y repugnante. Parecía que la historia había revuelto el estómago de alguno más que el mío. Entro en los grupos de Facebook que muestra la noticia, y uno de ellos, en el que se convoca una manifestación contra el imbécil este para el sábado (a la que deseo que vaya todo el que pueda), hay adscritas ya más de 11,000 personas. En efecto: los principales diarios extremeños (Hoy, La Crónica de Badajoz o el ya citado Periódico de Extremadura) contaban con la noticia en portada. Investigo en google y la cosa ya había llegado a telediarios nacionales (allá donde hay morbo, allí estará Telecirco para emitir hasta la última gota de sangre) y portadas de periódicos de múltiples países de habla hispana. Ya estaba hecho: los extremeños, una vez más, a la altura del betún. Y es que la mía es una comunidad con mala fama, con mal historial. No nos quitamos a los asesinos de Puerto Hurraco de la chepa ni a tiros. Como para que venga algún gilipollas a hacer esto y decir abiertamente que lo ha cometido 'en la urbanización con calles con nombre de Flores que está entre el Carrefour y el Hospital Materno Infantil de Badajoz'. Saltarán los de siempre con que somos lo peor, la España Negra. Gente que ni siquiera ha puesto un pie en Extremadura y a la que no les escuece la lengua al criticarnos. Si pasa en Valladolid, por poner un ejemplo (dedicado con amor a la de la habitación 2), nadie dice nada. O en Lleida. Pero pasa aquí... y ya somos todos mataperros. Y así por los siglos de los siglos.

Retomando. Ojalá te entallen, asesino knino. Están cerca de ti. Van detrás tuya la Policía Nacional, la Guardia Civil, el grupo Anonymous, formado, entre otros, por hackers tan buenos como para tumbar durante horas páginas de tal importancia como la del PP o la de la Academia del Cine. Anda tras de ti toda Badajoz, toda Extremadura. Como previsiblemente no pasarás mucho en la cárcel o la multa que te pongan no te va a hacer ni cosquillas, si yo fuera un poquito malo te desearía que los de la manifa del Sábado den con tus huesos y te saquen una tunda magistral. Yo de verdad que no soy violento, que creo en el poder de la palabra para solucionar conflictos. Pero como con gente como tu no hay mucho que hacer así, quizás un correctivo de esas características fuera lo mejor para tí. O eso, o algún neuroléptico para la enfermedad mental que sin duda tienes. Ten miedo, porque has cabreado a mucha gente. Y no quiero ser agorero, pero a tres granadinos que hicieron lo mismo con gatos les sacaron una zurra del copón diez chavales después de que se descubriera todo el pastel. ¿Querías llamar la atención? Pues lo has conseguido, pero no has ganado precisamente un Nobel. Ni tampoco aplausos. Suerte, supongo, la necesitarás. A fin de cuentas, nos das pena. A todos los Extremeños.

sábado, 5 de febrero de 2011

Cum laude

Buenas noches.

Malamente veo las letras que estoy escribiendo. Tengo un sueño que me caigo de la silla. Y sin embargo estoy teóricamente tranquilo: esta será la primera noche en mucho tiempo en la que duerma sin que la música perrera que sale del radiodespertador me arranque de los brazos del señor Morfeo. Os prometo que no me acuerdo de cuándo fue la última vez que desperté cuando me lo pidió el cuerpo. Ni sábados. Ni domingos. Y es las (algunas) carreras no dejan mucho margen para ello. Hoy terminan para mí cerca de dos meses extenuantes. De esos en los que tu vida se resume en pocas líneas: te levantas, estudias, comes, estudias, meriendas, estudias, cenas, estudias, te acuestas. Y digo dos meses como si me hubiera estado pasando la chorra de mano a mano desde septiembre, y nada más lejos: trabajos con estrecha periodicidad (gracias, querida R. Pechugoni, por ponerme una de las notas más bajas de mi carrera después de haber currado como un puto esclavo semana sí, semana también para tus puñeteros seminarios), prácticas de laboratorio a horas en las que las calles no han sido puestas, excursiones estúpidas a depuradoras o cooperativas farmacéuticas, apuntes, seminarios, y toda la parafernalia cometiempos de la que nos rodeamos los universitarios. Toda una aventura, desde luego, que se hace insoportable si no te gusta lo que haces. Por suerte, a mi eso no me pasa: sería el colmo...

Yo será que me lo tomo muy en serio. Pero cuando me dicen que la vida del estudiante es la mejor... fíjense, que no termino de creérmelo. Claro, si para ti la vida universitaria es de todo menos universidad, pues lógico: te los tocas a dos manos a costa de tus padres o del Estado (que está como para que niñat@s se pasen el cuatrimestre enredando a sus expensas) y a vivir que son dos días. Y con esto no quiero decir que sea la cruz de las cruces, y es que tiene sus ventajas: estás rodeado de gente (buena y mala), tienes dos meses de vacaciones de verano, aprendes algo que te gusta, creces como persona... pero no por ello esto deja de ser un poco pesado a veces: si quieres una nota semidecente, las desconexiones son escasas o nulas, los domingos difunden con los lunes y los viernes con los sábados, las navidades pierden su sentido original, tienes la espada de Damocles día sí, día también, colgando sobre tu cabeza y amenazando con caer y decapitarte un buen suspenso... y todo ello sin cobrar un solo céntimo. Acaso una beca, para aliviar la carga del sufragante. Decir que esto es vida... según para quién, desde luego.

Yo será que soy muy optimista. Vamos, idóneo para un anuncio de coca-cola, con lo poquito que me gusta. Pero no quiero pensar que esta va a ser la mejor parte de mi vida... y que en año y medio (espero que en año y medio, porque empiezo a estar un poco hasta el núcleo putamen del asunto) todo lo que me queda es hacer un largo (o corto) y asqueroso camino hacia la muerte. Prefiero pensar que encontraré un buen trabajo (me pondré a investigar al respecto desde ya), que encontraré lugares nuevos donde, quién sabe, encontrar pareja. Que podré llegar a casa a X hora y hacer lo que me de la gana, y no convertir mi habitación en una prolongación de un aula. Que con mi puñetero dinero, poco o mucho, podré hacer más o menos lo que me de la gana, dejando a mis padres disfrutar del suyo sin meter yo la mano en el saco. Que podré hacer grandes cosas para el mundo sin la obligación de retener estupideces en la cabeza para soltarlas en un folio y dejar que se vayan por donde vinieron al cabo de pocas horas. En resumidas cuentas, quiero pensar que la mejor parte de mi vida, por no decir mi vida, empezará en ese entonces. Una aventura. Porque, a fin de cuentas, la universidad es la lanzadera para ese viaje espacial, poco más. Ahora bien, cada uno que piense lo que quiera, ¡estamos en un país libre! Como siempre, lo mío va en calidad de opinión.

Corto y cambio. No puedo más. Así os ahorráis la chapa...