martes, 16 de agosto de 2011

El día del orgullo católico

El siguiente artículo DE OPINIÓN puede herir la sensibilidad del ultracatólico. Si matarías a tu madre por ir a ver al Papa, sal de aquí.

Repartiendo hostias. Esta semana en Madrid la cosa va a ser así. Tanto si les gusta a los madrileños como si no. Hostias por aquí, hostias por allá, calles y carreteras cortadas, parques ocupados, instalaciones públicas convertidas en campings de tercera división, negocios hundidos por una semana in nomine pater, y un calor insoportable. Insisto, tanto si te gusta como si no. Aviones y aviones cargados de gente con billetes y billetes con ochentas porciento descuento por ser peregrinos (nótese la cursiva irónica, han venido en avión, no a pata). Y a los demás que nos jodan, si quieres ir en metro te pagas el billete completo, como buen cristiano. Volvemos a la Edad Media, o al castillo de Harry Potter, vaya usted a saber. Ya están aquí, son fuertes, nos vamos a enterar, el mundo entero y parte del sistema solar lo verá. Llega a España la XXVI Jornada Mundial de su Juventud. El día del orgullo. Del orgullo (¿ultra?)católico.

Las comparaciones son odiosas, y estos días se está tirando mucho de las cifras y letras que año tras año deja el macroevento pagano por excelencia, el orgullo gay. Unos y otros se tiran los cacharros a la cabeza para ver quién llena más, quién es más limpio y puro, quién ocupa más portadas e, incluso, quien causa más polémica. Y reconozcamos que la fiesta del 28 de Junio tiene las de ganar esta contienda. Y no es que el día del orgullo gay sea santo de mi devoción: me parece el circo del vicio, una excusa más para sustituir la sangre por etanol y para ser todo lo promiscuos que se pueda, tanto para gays como para heteros. Si este día se ideó para normalizar la diversidad sexual entre la población y hacer ver que un homosexual es un ciudadano tan normal y cívico como un heterosexual, con estas cabalgatas horteras están haciendo todo lo contrario. Pero, como decía, esta vez tienen las de ganar: para ser una fiesta que se celebra en multitud de países todos los años (las JMJ son anuales pero itinerantes), parece ser que el orgullo gay llena más hoteles, satisface más a los restauradores y le sale al ayuntamiento y al Estado español infinitamente más barato, incluso rentable.

Quisiera yo ver si los peregrinos nos van a devolver en siete días la friolera de 50 millones de euros que les va a costar a unos y otros este evento. Y entre esos otros, los contribuyentes, ateos / agnósticos / no creyentes incluidos. Insisten desde el catoliquísimo ABC que no, que no nos va a costar ni un duro, que lo pagan los jóvenes que participan. Debe ser que la luz divina del altísimo está cegando las naftalínicas mentes de las altas esferas del periódico, debe ser que las sotanas del comité organizador de las JMJ ha anulado la razón de esta gente. Pero si la cosa cuesta 50 millones de euros (pongamos que sea así, porque algunos partidos políticos dicen que mucho más) y si es verdad que, como prevén los organizadores, participará un millón de personas, no sé yo si cada asistente habrá puesto 50 euros para Ratzinger. En definitiva, eso del coste cero para el contribuyente no se lo creen ni ellos: las calles que ensucien las limpiarán funcionarios del estado, las obras que han sido necesarias las han llevado a cabo funcionarios, los cortes de circulación suponen un impresionante gasto y dejarán en blanco múltiples negocios, el amplísimo despliegue policial y mucha de la parafernalia que van a montar va a costar un dinero que ni el contribuyente, ni el ayuntamiento de Madrid, ni la Espe,Jode lo que somos, ni el Estado español tienen en un momento como este.

Y si todavía ese dinero fuera a algo que nos interesase a todo… pero no es así. El montón de chupacirios que estos días se acercan a Madrid para ver a su líder va con ganas de farra. Y el Papa también. ¿De qué va a ir la misa? ¿De la juventud? ¿De los problemas comunes a todos los jóvenes del mundo? ¡Venga ya, qué me dices! ¿No sabías que las misas las da un hombre de ochenta y tantos años? ¡Si las únicas juventudes que este tío conoce son las Hitlerianas en los años 40! A lo que vamos, que el abuelete (cachis…, perdón, retiro lo dicho, que con eso de que la reproducción por esporas no es cosa de humanos…) va a hablar de todo menos de jóvenes. El jueves se nos van a poner las orejitas calientes a todos los de izquierdas, y a Zapatero le van a reventar. Le van a reventar, en general: empezarán con cosas que son verdaderamente un problema, como el paro. Que sí, que es un problema, pero es una cosa de dos: los ciudadanos y el Estado. La puñetera iglesia no pinta una mierda en este asunto. Empezarán con eso y seguirán con la mierda de siempre: gays, putas, condones, promiscuidad, aborto, muerte digna… Está clarísimo que esto es lo que hará el santo padre, instigado por el némesis de los partidos de izquierda, el señor Rouco Varela, ese que cumple estos días ochenta y tantos y que tiene un regalo de cumpleaños como nunca: un ataque perfecto a la sociedad por parte de la iglesia católica… y una cena de 5,000 euros para una veintena de curas, entre ellos su santidad. Y a los pobrecitos de Somalia que se las pique un pollo, y que coman mierda si pueden. A Rouco se la suda, el seguirá lamiéndole el culo a unas y otras sectas de dudosa estabilidad mental (kikos, escoriales…) para organizar siete como esto. Y que el mismo gobierno esté permitiendo esto…

Seguro que no es casualidad. Porque ya hubo unas JMJ en España (1989, Santiago de Compostela), y ya no digo que la puedan organizar los países pobres, pero el mundo desarrollado es muy grande. Y es que la España que se encuentran el papa y sus hijos modelo (no te despistes, Bene, que en cuanto te des la vuelta se van de botellón y se la meterán sin condón) es muy diferente a la que se encontró Juan Pablo II en el ocaso de los ochenta: según el viejo, hemos perdido de vista la ley divina. España sufre un eclipse de Dios. El CIS revelaba hace poco (datos de 2011) que un 72.7% de los españoles se considera católico. Muchos, sí, pero el dato está muy lejos del 84% de 2001, y éramos bastantes menos. Cualquiera lo explicaría por el aumento de la inmigración, y vería un porcentaje interesante en otras religiones, pero no: el 24.3% de los españoles se declara ateo, agnósticos (yo) o no creyente, más de una vez y media el porcentaje de 2001 (14.6%). Hay miedo entre los curas: seminarios vacíos, pastelerías que han aprendido a hacer yemas de Santa Teresa a la vista de que los conventos ya no son lo que eran, cada vez más maricas y bolleras fuera del armario, pecaminosas mujeres que defienden sus derechos, suicidas que prefieren morir dignamente a vivir en el infierno terrenal, putitas que abortan porque las han violado (o porque les sale del coño)… Se les está poniendo la cosa chunga. Y es que la gente empieza a despertar de un sueño de dos milenios. Unos y otros están cansados de someterse a unas reglas, ya no vale ni la religión McDonalds (me da una ReliBurger con procesiones y extra de rezo en la camita cuando tengo problemas, no se corte con las navidades… pero por favor, quíteme del medio lo de amar al próximo como a mí mismo, y no me ponga eso de la abstinencia prematrimonial). La gente está perdiendo la fe en dios y empieza a tenerla en sí mismo. Están cagadísimos, se le jode el invento, la mentira que fraguaron en el Concilio de Nicea para mantener una revolución. Mira que si nos ponemos a pensar todos y logramos un estado 100% laico y dejamos que la moral y la ética común ponga unas normas básicas que todos respetemos… mira que si cada uno empieza a ser feliz como le sale de los cojones…

Pero estos días toca alardear de un poder que no tienen, de una ilusión que se les escapa de entre las manos… Aquí me quedo yo. No voy. Ni me hace gracia que vengas.