lunes, 19 de diciembre de 2011

Ese lugar...


¡Felices fiestas! Sí, por primera vez – y a falta de confirmación oficial – en cinco años vuelve el espíritu navideño a mi vida. Que no el sentir católico, ni el sentir consumista. Sólo el sentir entrañable y familiar que tienen estas fiestas. ¿Por qué? Porque será la primera navidad en cinco años – repito, a falta de confirmación oficial – en la que no tendré que estudiar desde que me levanto hasta que me acuesto. La primera palabra que se me vino a la cabeza cuando salí del examen de toxicología el viernes fue libre. Es de esas cosas que, si eres miembro de una red social, quieres proclamar allí a los cuatro vientos de lo feliz que te sientes. Pensando en frases hechas o significativas con esa palabra para lucir orgulloso en mi estado, me acordé de una que dijo hace unos años un chaval vasco. Y se me revolvieron los intestinos:

«Libre, oh, libre. Mis ojos seguirán aunque paren mis pies»

                Bonita, ¿eh? Las circunstancias en las que esta frase fue escrita por el chaval como subnick de su Messenger no lo son. Su autor es Jokin Ceberio. Un chico de 14 años. Un verano, estando de campamento, algunos de sus compañeros se echaron unos porrillos, con la mala suerte de que en pleno colocón los pillaron los monitores. Los responsables del camping enviaron cartas a las familias de los chavales, y sólo el no consiguió - o simplemente no quiso - interceptar la suya. Su madre se enteró, y por efecto dominó se enteraron las madres a las que nunca llegó la misiva. Vuelve el instituto – ese lugar… - y con el otoño y el nuevo curso, comienza un auténtico vía crucis para él. Al traidor, al chivato, le esperaban balonazos, empujones, insultos y palizas. Le hacían comer tierra, le llegaron a romper los dientes. Hasta algunos docentes llegaron a participar en las vejaciones. Todo un infierno. Cada mañana, la ansiedad de volver a ese sitio. Cada mediodía, tras curarse las heridas, el alivio de haber superado una sádica sesión más. Cada noche, insomnio. Hasta que un día, el que escribió la frase que cito arriba, cogió su bicicleta y salió a dar un paseo. El último. Harto, sin ver otra salida a su calvario, subió a las murallas de su localidad – Hondarribia – y se lanzó al vacío. Quedó en el sitio aquella noche de otoño de 2004.

A mí, que por aquel entonces tendría más o menos su edad, esta noticia me dejó helado. El revuelo fue enorme, y destapó una realidad por la que muchos pasan mientras están en el instituto. En los medios, por fin, se empezaba a hablar de acoso escolar, de bullying. Y las cifras acojonaban. Diversos estudios al respecto mostraron que un 27% de los adolescentes de entre 12 y 14 años vivían bajo la amenaza constante del acoso escolar, y un 60% lo sufría ocasionalmente. Y empezaron las campañas, de las que no se si existen buenos o malos resultados, por suerte salí de ese sitio hace ya bastante.

Hoy por hoy soy una persona (casi) siempre alegre. Me encanta estar con gente, de todo tipo, tengo un gran poder de conversación. Me encanta hacer coñas, algunas muy mordaces, algunas incluso inaceptables. Quiero a mi familia y a mis amigos, y (creo) que ellos me quieren a mí. Pero las cosas no siempre fueron así. Yo pertenecí a ese 27% que padecía ansiedad por la mañana y malamente dormía por las noches. Me dieron un tercero de la ESO de traca. Entre maricón y empollón, andaba apañao. En mi propia clase, un grupo de personas que a los ojos de los profesores eran alumnos modelo, personas estándar, se apiñaron contra mí y me amargaron la existencia. O mejor dicho, lo intentaron, porque tuve una impresionante fuerza y un extraordinario valor (y aunque no lo parezca, cuatro abuelos) para enfrentar, día a día, esa situación, y salir adelante. Indemne, sin lesiones. Los profesores lo sabían, los padres lo sabían. Y nadie intervino. Quizás porque yo no era el único, quizás porque, como dicen las cifras (27%) y el refrán, mal de muchos, que se jodan. Pero también dicen que lo que no te mata te hace más fuerte, y al menos eso saco de tan nefasta experiencia.

Pero hay gente que no consiguió salir. Hay gente a la que le han jodido la vida. Y no olvidemos que a Jokin lo mataron. Gente con muchos sueños, con muchas ganas, a las que de repente un día comienzan a atacar y que se hunden en la mierda. Les hacen creer que no llegarán a nada, que son escoria. Y la mentira se vuelve verdad, y no llegan a nada. Conozco algunos ni-nis que son tal cosa por lo que pasó en los pasillos del instituto. Y todo por no intervenir, por no quitar la venda a padres y profesores, por no quitarle la venda a la sociedad.

No se cómo andarán las cosas en la actualidad, no sé hasta qué punto ha cambiado todo. Pero yo recuerdo el instituto como una pocilga. En el que estuve en Extremadura y en el que estuve en Estados Unidos (las películas no exageran nada). Es una sociedad un poco particular, un microcosmos cuyos habitantes son personajillos pintorescos cuyo sistema de organización está estratificado. (Casi) todo el mundo quiere llegar a la cúspide de la pirámide de un poder que no es real, que no tienen. El poder de ser popular, de lucirse ante los demás, de imponer y dar miedo, de ser más guapa o más macho que la plebe. De sacar las mejores notas para intentar impresionar al empollón. Todo un sistema feudal. Los que creen estar arriba creen pisotear a los que creen que están abajo. Y como los que están abajo se creen pisoteados, la mentira se vuelve verdad. Y pasa lo que he dicho. Hoy por hoy parece que ni los profesores se escapan. Ellos, que son los que por ley realmente tienen el poder en los institutos, quedan subrogados al poder de esa falsa mayoría, y son muchos los que llegan a casa, con sus cónyuges, incluso con sus hijos, a su vida de verdad, y lloran porque ese espejismo que es la pseudosociedad adolescente les ha pasado por encima, les ha atrapado. ¿Inconcebible que un tiarrón o una mujer hecha y derecha llegue a casa y se ponga a llorar porque una masa de personas con altos títulos de testosterona y estrógenos en sangre se han reído a su costa? Pues no tanto: muchos de esos tiarrones y mujeronas no reciben el apoyo de las altas esferas del poder verdadero del centro (directores, jefes de estudio) ni el de la Ley a la que todos nos sometemos.

Y he aquí uno de los principales problemas al respecto: son adultos (dicen ellos) pero son niños. Son adultos para fumar porros en el cuarto de baño, para imponerse a otras personas y para tomar sus decisiones (generalmente con poco acierto). Pero a ojos de la misma Constitución Española, como no tienen 18 años, son niños. Carne de pediatra en vez de carne de presidio. Creo que existe un impresionante vacío legal al respecto que da a estos personajes un extremo poder, solidifica esa pirámide de mentirijillas de la que yo hablaba, y da rienda suelta a odios y rencores que en la mayor parte de los casos no encuentran fundamento, sentimientos muy bajos cuya única base sólida está en la liberación hipofisaria de FSH y LH. Si a la panda de siete u ocho cabrones que mataron a Jokin, como asesinos que son (lo son), les hubieran caído unos cuantos años de cárcel de verdad (en lugar de estar en un centro penitenciario para niños con régimen abierto) seguro que a muchos se les quitarían las ganas de repetir faena. Si en vez de salir de rositas al director del centro se le hubiera caído el pelo y se hubiera visto obligado a dimitir en las más bochornosas condiciones, a otros rectores se les quitarían las ganas de no intervenir en cuanto pudieran. Si a los padres de estos niños modelo, en vez de indemnizaciones de cuatro duros, les amenazaran con pagos de más peso, caerían muchas vendas. Como esto siga así, seguirán viniendo generaciones que dispondrán de nuevas herramientas de tortura (véanse videos de youtube que por las fechas en las que estamos no pondré aquí) y los institutos serán degradados constantemente. Muchas mentes brillantes se irán a la mierda. Y hasta que no lleguen a los 18, hasta que no les ponga la tía de la balanza los ojos encima, hasta que vean que ya no pueden hacer lo que quieren, que ya tienen que responder de sus actos, no pararán.

                De esta se sale. Yo soy un ejemplo. Me remito a las pruebas: salí del instituto pensando que era un bicho, un insociable, un paria porque ni fumaba ni bebía, porque malamente tenía amigos y no socializaba demaisado. Y hoy salgo de la universidad con decenas de amigos, con una experiencia inolvidable a mis espaldas, habiendo salido de fiesta cuando ha tocado, sin beber ni gota y habiendo recibido por ello pocas críticas, en su mayoría de broma. Formando parte de un grupo. Me han aceptado como soy, porque ideológicamente he cambiado muy poco. Y he aprendido a aceptarlos como son. Hablaba con una buena compañera y excelente amiga sobre esto hace poco. A ella también le tocó y consiguió salir. Los dos coincidimos en que hemos ganado la partida. Pero si lo pensamos fríamente, aquí todos pierden. Perdemos los acosados porque nos quitan seis años de nuestra vida que nos han sido dificilísimos de recuperar (pero insisto, se recuperan). Y pierden los acosadores, porque aunque lo nieguen siempre sabrán lo que hicieron. Y cuando tengan hijos, no sé hasta qué punto podrán mirarles a la cara y decirles: no lo hagas.

Cerramos con un mensaje para aquellas personas que estén en esa edad difícil y en esa situación difícil: concluid en que de ésta se sale. Sólo hay que ser fuertes, independientes de toda esa basura, y conscientes de que, con el tiempo, cada uno acaba en su lugar. Aunque sea patético por todas partes, para mí ha resultado un fantástico epílogo a tan nefasta historia, un genial punto y final, el enterarme por ahí de que algunos de los que me llamaban maricón, al poco de irse del pueblo, salieron del armario.

Para todos, y especialmente para ellos, ¡Felices fiestas! Siento no hablar de algo más agradable, pero al acordarme de aquella frase sentí que era el momento de saldar esta cuenta pendiente, era un tema que quería tocar desde hace bastante. Pronto escribiré algo dedicado a esos amigos de los que hablo, a mis compañeros de fatigas y de diversión, de los que la vida me separará pronto, pero solo en el espacio. ¡Nos vemos!

5 comentarios:

Anónimo dijo...

estoy totalmente dea acuerdo, yo también era de ese 27 %, sufría tanto que hasta me fugaba las clases un dia si y otro tambien, porque tenia miedo a entrar por la puerta del instituto y que se volvieran a meter conmigo, pero lo he superado (o eso creo) y aquí estoy intentando retomar de nuevo los estudios (de fp superior y con 26 años)y poder ser alguien con algún título que me respalde y con el que me gane el pan de cada día...

Bárbara dijo...

Impresionante tu entrada de hoy. Como siempre, me llegas al alma pero la de hoy aún más. He estado en muchos colegios y he tenido la suerte de no sufrir ningún tipo de acoso escolar pero puedo llegar a entender lo mal que se puede llegar a pasar en esas circunstancias.
Lo importante y con lo único que uno debe quedarse, aunque uno nunca olvide lo que pasó, es que por suerte podemos llegar a encontrar personas que de verdad nos aceptan tal y como somos con nuestros defectos y virtudes. A día de hoy puedo decirte que me alegro muchísimo de poder haberme enriquecido de tu personalidad, tu compañerismo,lealtad y compañerismo.
Muchísimo ánimo a todo aquel que está sufriendo por el motivo que sea. La vida siempre sigue adelante.

Un besito Dani corazón =)

Unknown dijo...

Gracias Bárbara, y gracias Anónimo por participar!! Cuando son las 16:18 me alegra decir que está siendo la entrada más vista y comentada de la historia del blog, lo cual es buena señal! Ojalá lean esto muchos chavales en esa situación y puedan valerse de esta experiencia que tengo el gusto de contar! Se la dedico especialmente a Jokin, su muerte me dio mucha fuerza, estés donde estés va por tí chaval!

Lady Nemo dijo...

¿27%? ¿Sólo? Con las historias que he oído, yo casi diría que el 27% son los que no lo sufren... Claro, que luego por ahí hay algunos que llaman bullying a cualquier cosa.

Por supuesto, no iba a quedarme sin comentar esto, ya que a mí me toca muy de cerca. Yo también he sido víctima de este acoso, y lo superé. En mi caso, fue también por temas sexuales (ser chica y reconocer que te masturbas es problemático aún hoy en día) y por mostrar más interés en estudiar del que ciertos borregos consideran conveniente. Debo decir que fui afortunada de tener una madre que, si bien no podía hacer nada por evitarlo, me escuchaba y me daba ánimos siempre que lo necesitaba. Además, mi talento para el escapismo también fue de gran ayuda. Ojo, con esto no me refiero simplemente a huir, sino a mi capacidad para refugiarme en mi mundo interior al salir de clase para no pensar demasiado en ello y acabarme hundiendo. En cuanto a cómo acabaron los que me hicieron la vida imposible, he preferido no saberlo porque decidí alejarme de ellos lo más posible una vez todo hubo acabado. De todos modos, reconozco que mi parte sádica desearía enterarse que alguno de ellos, si no todos, ha muerto de sida/cáncer/inserte-enfermedad-terrible-y-dolorosa-aquí, que alguien los ha maltratado o que no han llegado a nada en la vida. Ante la duda, repito, no quiero saberlo.

Puede que un día llegue a ser profesora. No me atrae especialmente la idea de entrar en la enseñanza pública (aparte de que ahora está un poco jodido) por todo lo que ello representa, pero si lo hiciera, seguramente parte de mis esfuerzos irían dedicados a destruir a esos pequeños monstruos igual que ellos destruyen la autoestima de sus acosados.

En cuanto al otro tema que comentas de refilón, la "Ley del Menor", yo también la he odiado siempre. Que, a lo mejor, no se les juzgase de una forma tan dura por robar lo podría entender, pero si eres lo suficientemente adulto como para maltratar o violar, deberías serlo también para sufrir las consecuencias.

Para terminar, me gustaría hacer una aportación algo más alegre y optimista. Poco antes de ver tu entrada escuché un par de noticias indirectamente relacionadas con este tema que me llegaron al alma. En primer lugar, la archiconocida Lady GaGa se ganó mi respeto cuando me enteré de que recientemente ha abierto una tienda propia en Times Square de la cual destinará parte de las ganancias a la lucha contra el bullying. He buscado más y he dado con esto:
http://www.impre.com/la-gente-dice/viewArticle.action?articleId=281474978910364
Parece ser que nuestra amiga no se queda en eso, sino que está luchando porque el bullying se considere un crimen de odio. Me parece una buena iniciativa que debería aplicarse también en España.

Ya dentro de mi estilo, el metal, me sorprendió encontrarme con este comentario en la página de Facebook de Alissa White-Gluz, vocalista de la banda canadiense The Agonist.
http://www.facebook.com/AlissaWhiteGluzFans/posts/408343129983

Espero que, si alguien que se encuentra en esta situación está leyendo esto, le sirva para darse cuenta de que no está solo. Además, mantenerse firme ante toda esa tortura acaba viéndose recompensado. Podría nombrar a más de un artista mundialmente conocido hoy en día que también ha sufrido acoso en su juventud.

PD. Una vez más, Dani, Feliz 2012 y enhorabuena por este gran artículo.

Unknown dijo...

Hola Eskatepist! Como siempre geniales aportaciones, ahora respeto a la gaga hasta yo XD!! Y más respeto a Alissa por ofrecer su ayuda personalizada a los que están bajo acoso. La tarea de esta entrada no es tanto berrinchar, que para eso ya hay otros, si no que los jóvenes que por casualidad llegan aquí buscando palabras clave relacionadas con el tema sepan que hay salida, que es algo que me hubiera hecho falta ver a mi en sus tiempos... En fin, a ver si leyendo también los comentarios los afectados recuperan un poco más el paso!!