viernes, 3 de mayo de 2013

Con los terroristas, tas, tas...

Advertir, como siempre, que lo que lean a continuación es la opinión de una persona. Y que como opinión, la podrás compartir o no. Y que siempre puedes ponerme de vuelta y media abajo. Como otras muchas entradas de este blog, inicialmente diseñado para desalojar de mi interior la indignación y frustración interna que me causan ciertos temas, comenzaré contando una anécdota de esas que salpican mis aburridos días de mi propia transición, esa que va desde que apruebas la oposición hasta que te incorporas al puesto de trabajo. Estaba yo esta mañana buscando por la web algún piso por Badajoz que quedase cerquita del hospital Imputada Cristina, mi próximo centro de trabajo; cuando me aburrí y decidí mirar las redes sociales. Un pequeño incidente – ya resuelto, por suerte – con un familiar lejano me tenía algo intrigado, así es que la visita a Facebook era obligada. Después me moví a twitter, ese crisol de culturas (y visto lo visto, de incultura) en el que todo debe caber en 140 caracteres. ¿De qué se hablará? ¿Cuál será el tema del día? ¿Bárcenas, quizá? ¿Iñaki Mangarín? ¿las autoproclamadas Believers, esas jovencitas fervorosas de un semidios escuchimizado notablemente falto de luces? ¡Oh, sorpresa! Ninguno de ellos figuraba hoy en el flanco izquierdo de la archiconocida web de microblogging, pero hubo uno que me llamó la atención y me alegró el día un poquito. No todos los días coinciden conmigo en que Telecinco es una mierda.

Total, que entro a ver qué han liado ahora en la cadenita de Fuencarral, a ver a qué venía eso de #MierdasetEspaña. ¿Se habrá dado cuenta la humanidad de la pobreza mental de la programación de la cadena? ¿se habrá ido de tono otra vez AR, la egomaníaca más conocida del país? ¿Jorge Javier desnudo por segunda semana consecutiva? Mis ilusiones y la poca fe que me queda en la sociedad de este país se escacharon contra el suelo cuando, tras leer unos cuantos tweets, me doy cuenta de que los que han elevado el hashtag a trending topic (¡cuánto neologismo!) no son otros que una masa enfervorecida del programa que, tras el Mississippi de Pepe Navarro, consolidó la telebasura en nuestro país a principios de milenio. ¿Qué mosca les había picado a estos radicales seguidores de Gran Hermano? ¿Acaso la ración de heces servida la noche anterior no había sido del agrado de esta nube de moscas cojoneras que no tienen cosa mejor que hacer que intoxicar twitter defendiendo a unos y poniendo a parir a otros? ¿Qué ha llevado a estos seres a volverse contra la alcantarilla que les suministra el material en el que se revuelcan jueves tras jueves? La respuesta es sencilla: la masa, que se autodenomina ‘club susargista’ o cosa parecida, estaba en liza contra Telecinco por haber expulsado del manido reality a una concursante, una tal Argi, por decir, mientras estaba buscando una cuchara, que la única manifestación a la que ha ido era para que volviese ETA. No entendí cómo era posible que se criticase una de las pocas decisiones medio en condiciones que ha tomado esa cadena, tal que me decidí a ver el vídeo. En las imágenes que muestran la enésima salida de tono vertida por catorce generaciones de vagos y maleantes metidos en un corral, se ve cómo, tras el correspondiente tiempo de asimilación y reacción a tal improperio por parte de sus compañeros de encierro (tiempo de reacción prolongado dado el nivel intelectual medio del lugar), éstos le critican lo que ha dicho. Sólo un tiempo después la tía se da cuenta de que igual está feo decir eso, y medio rectifica. Ha sido una broma, dice. Otra cosa es que me lo crea: la frase le brota del mismo alma, tarda en rectificarla y, seamos francos, como broma es bastante macabra. Con la boca abierta y las córneas rabiosas de dolor termino de ver el metraje.

No hay esperanza para este país, piensa uno. Y ya que estamos en twitter, plasmo mi total decepción usando el hashtag correspondiente, añadiendo el de #quépaís, y comentando que es decepcionante que, para una vez que la gente critica en masa al máximo exponente de la televisión de mala calidad, sea para defender a una concursante a la que han sacado del gallinero por hacer una afirmación claramente proetarra. Click en enviar. Lo que pensé que sería uno de esos tweets míos que nadie lee se convierte en una pesadilla mañanera: los radicales empiezan a redifundirlo. ¡Esto es lo que habéis conseguido en telecirco, demagogos, que un tal @DaniBriegas llame a Argi terrorista! La de veces que he leído esta mañana la palabra demagogia (y la de veces que me han dado ganas de preguntarles qué significaba, a ver si saben responder). Tardan poco en llegarme algunos mensajes de exaltados pidiendo mi cabeza. Y lo que es peor (y más cómico), amenazando con denunciarme. Al más puro estilo tertulianos de Sálvame. Un chavalín me dice que tenga cuidado, que iba a llamar a la familia de Argi y me iba a caer un pakete. A los pocos minutos dijo que le iba a caer otro a Ana Rosa, que la estaba llamando etarra en su programa matinal. Enfervorecida, la masa, a la que calculo una media de edad no superior a los 16 años, no dejaba de producir tweets berreando por la expulsión de la susodicha. Mi estupor rozaba máximos. Y mi indignación también.

Viendo la reacción de la turba contra el tweet de un don nadie como yo, no daba crédito a lo que estaba pasando. Contesté a algunos mensajes defendiendo mi postura: si alguien ha ido a una manifa a favor de ETA (de los presos, de su causa, de la kale borroka, de lo que sea) es proetarra por definición pura y dura. Y si lo ha dicho de broma, es proetarra de broma. Contra estos argumentos me llegaron a decir que las manifestaciones eran en contra de ETA, no a favor, que eso no existía, que tirara de hemeroteca. Tiré de hemeroteca (y mostré esta hermosa sarta de noticias en El País sobre actos proetarras), y me contestaron que en los titulares no decían que fueran a favor de ETA. No muchos tweets después, entristecido por caer en la cuenta de que estaba hablando con hortalizas de huerta, bloqueé a mis amenazadores amiguitos y pasé del tema, que es lo que debí hacer desde un principio.

Pero la congoja no se me fue. ¿Por temer una denuncia? ¡Venga, no jodas! Me quedé apesadumbrado por vivir en un país donde niños de quince y dieciséis años, en horario escolar y con un paro juvenil que pasa holgadamente del 50%, se pasan la clase con sus iPhones defendiendo a muerte a una persona que no conocen de nada, y que para más inri ha bromeado con un tema tan espinoso como es el terrorismo etarra, posicionándose a favor de ellos, que recordemos constituyen una banda que ha segado la vida de más de ochocientas personas en su medio siglo de historia. Algo demasiado serio como para banalizarlo en bragas delante de una cámara de televisión. Es una lástima ver que el carpeteo ha evolucionado desde aquellos tiempos de Leonardo Di Caprio y Pamela Anderson, incluso desde el ya mentado Justin Bieber, hasta este fenómeno, en el que se idolatra a una persona cuyo mayor mérito es hacer edredoning antes que nadie bajo la atenta mirada de los espectadores. Es lamentable que, en estos tiempos donde los derechos flaquean y caen a la primera de cambio de la legislación, no le dé a esta gente por emplear sus fuerzas en otras cosas. Lamentable que España (con Brasil) sea el único país donde se han celebrado catorce despropósitos televisivos de esta índole. Lamentable que una periodista como Mercedes Milá se haya echado a perder de semejante forma durante todos estos años, hasta el punto de enseñar las pechugas en un programa de esta edición para subir una audiencia que, por suerte, es cada vez menor (media de 18.5% en la presente temporada, compárese con el 20.6% de la anterior y con el 51.4% de la primera).

Telecinco, esta vez, ha rectificado. Ha visto que la gente no está por la labor de dejarles cruzar ciertas líneas rojas. O mejor dicho, las asociaciones de víctimas del terrorismo – y los anunciantes que amenazan con retirar la publicidad del programa – le han hecho ver a la cadena amiga que es mejor no seguir ciertas rutas. Que igual es mejor dejar ya aparcada esta bobada del Gran Hermano, que con dos ediciones íbamos servidos. Ojalá hubiera hecho lo mismo cuando, hace semanas, un par de gemelos que también pulula por el concurso dijera a otra concursante que estaba más perdida que Marta del Castillo. Es bueno tener tele entretenida, es bueno que la gente se distraiga un ratito de su realidad, que a veces es bastante cruda como para no darles un poco de cuartelillo a eso de las diez de la noche. Sin embargo, no todo debería valer en televisión. Es peligroso. Se corre el riesgo de que el espectador se crea que la plaza del pueblo es el plató de Sálvame, y que eche la mañana criticando a los vecinos y amenazando con demandas y querellas varias por dimes, diretes y quítame allá esas pajas. Se corre el riesgo de que la juventud, que por edad no vivió o no recuerda aquellas 48 horas que vivimos pendientes de Miguel Ángel Blanco, empiece a tomarse a cachondeo un tema tan serio como el terrorismo. O a pitorrearse mencionando sin lavarse antes la boca el nombre de una joven que lleva años desaparecida tras ser asesinada. Se corre el riesgo de atelecincar un país con una terrible crisis económica, política y de valores (de valores, sí, pero no al modo que dicen los curas). Y eso es lo último que nos hace falta.

Qué ganas de empezar ya el FIR para estar entretenido y no tener que deambular por twitter para amargarme la mañana, oiga…

2 comentarios:

Lady Nemo dijo...

Me sonaba haber oído algo de este tema, pero no sabía muy bien de qué iba... Siento que los tuiteros se te pusieran en contra. A veces te encuentras cosas divertidas en twitter, pero hay mucho bicho pululando por ahí.

Besuuuuus! ^^


PD. Siento no haber puesto mucho más. No estoy muy inspirada y me esperan para jugar al LoL. Cuando tenga un rato te escribo algo más creativo.

Unknown dijo...

Sabes que me encanta verte por aquí, sea más largo o más corto tu comentario peque!! ahora te toca a ti actualizar prontito el (los) tuyo(s)!!!!!