lunes, 18 de octubre de 2010

Freakomics

Mentiras que ganan juicios dan sumarios que envilecen el cristal de los acuarios de los peces de ciudad
El afán de clasificar cosas que tiene el hombre llevó, en su día, a ordenar la vida en lo que hoy se conoce como taxonomía. De esta manera, diversos autores fueron dividiendo la vida en varios grupos filogenéticos, aquellos que proceden de la divergencia de un mismo punto en la evolución: Protistas, Moneras, Hongos, Plantas y Animales. Esa gana de ordenar las cosas no es exclusiva de la ciencia. En la vida cotidiana tendemos a hacerlo continuamente: los apuntes de Salud Pública, que no se mezclen con los de Tecnología Farmacéutica, no sea que acabemos hablando de estudios de cohortes en los que se investiga la relación entre la ecuación de Hildebrand y el calor molar de disolución del fenobarbital. Los canales de la TDT, según preferencias, pero siempre con la uno en el uno, la sexta en el seis, la autonómica en el siete, y telecirco en el número de la rima. Pero no se limita esta gana nuestra de ordenar el caos a trastos y objetos. También lo hacemos con las personas: feos vS guapos. Altos vS bajos. Listos vS torpes. Ricos vS pobres. Extremeños vS no-Extremeños. Y uno que está ahora muy de moda. Frikis vS gente normal.
Y en el coro de Babel desafina un español: no hay más ley que la ley del tesoro de las minas del Rey Salomón. 
Me voy a centrar en este último binomio. Hoy día abusamos mucho del término friki. Entró en nuestra vida cuando Leonardo Dantés y Tamara-Ámbar-Yurena sacaron aquello del No cambié. Cuando Javier Cárdenas, el que ahora va de santo por las ondas radiofónicas patrias como si no hubiera roto un plato, se paseaba por TeleCirco (dónde si no) con esperpentos como Carmen de Mairena o el gitano aquel de 'Sole, que te meto con el mechero'. En cualquier caso, el término procede del inglés freak, y en tierras británicas lo usan para referirse a gente estrafalaria, extraña. El caso es que la década ha ido avanzando y la palabreja se ha ido haciendo demasiado general. Primero pasó a los informáticos: el que entiende de ordenadores (y encarga a la Conchinchina un muñeco del pingüino Tux, mascota del sistema operativo Linux) es friki. Después a los fans de fenómenos editoriales o audiovisuales varios, tipo Harry Potter o la muy manida y pastelosa saga Crepúsculo. Llega el two-thousand-ten y, a las puertas de la nueva década, cualquier persona que se aparta de la media, del centro de la Campana de Gauss, es friki. 

Y yo parece que lo soy. Lo intuía. No lo atendía mucho. Hasta que en las últimas semanas aumentó la densidad de incidencia del número de casos de gente que me lo llamaba. 'Hala, te has preparado Farmacología en verano... Serás friki...'. O esta otra: 'Jo, ¡ya tienes Office 2010! tu eres muy friki ¿no?'. Y otro ejemplo: 'Te has pasado una tarde entera montando con el Photoshop una foto en la que muestras un conejo de mentirijillas colgado de la rama de un olivo seco... tu eres muy friki'. Y me han llamado friki por 500 cosas. Como paso un poco mucho de lo que la gente me dice, sobre todo si llevan malas intenciones (supongo que en ninguna de las frases que he mencionado hay realmente mala intención, sólo afán de clasificar) no llegué a creérmelo. Mi compañera de piso, Patri, me recomendó hacer un test sobre frikismo, un poco largo, que circula por internet. Mi resultado fue de un 29%, que, aunque bajo, ya te señala como superfriki. El caso es que el otro día terminaba la clase de 'Gestión y Planificación'. Esa en la que te enseñan a dirigir una oficina de farmacia (como si todos los farmacéuticos tuvieramos que acabar detrás de un mostrador ganando pasta como condenados pero condenados a morir de aburrimiento). La profesora explicaba que si los farmacéuticos con farmacia se negaban a mostrar los libros de cuentas, venían los señores malos de Hacienda-somos-todos y te empapelaban de arriba abajo. Y que si el farmacéutico discutía, que se podía ir jodiendo. Por que, según la tía (tiza en mano) existe una ley que dice que in dubio pro fisco (ante la duda, gana la Agencia Tributaria). No sé por qué. Será que me acabo de ver casi de golpe las 6 películas de Harry Potter. En versión original. Será que el acento de Radcliffe y compañía me parece sexy. Pero según escribe la lapidaria y latina frase en la pizarra, me entraron unas irrefrenables ganas de coger un lapiz, levantarme de la silla, apuntarla como si no hubiera mañana, y gritar '¡Expecto Patronum!'. Con acento de Radcliffe y compañía (Expec-chou patgronem). Una gilipollez de tamaño calibre no podía quedarse en mi cerebro, tenía que soltarla. Bajó por las correspondientes vías nerviosas hasta los músculos de mi boca para contárselo a mis compañeros de clase. De cinco que son, cuatro me miraron muy raro, como con mala hostia. Una se rió. Y fue la primera vez que me sentí friki. Y eso que ya he hecho el ridículo en numerosas ocasiones en esa facultad: desde tener que salir corriendo a los cuartos de baño por incontinencia urinaria irrefrenable debida a cistitis (y decirle a la profesora después que me había dado un bajón de azúcar cuando no hacía ni una hora que me había hartado a chuches) hasta decirle a una compañera en voz baja 'ay que nervios, hija' antes de una presentación, oyendo mis lamentos todo el aulario porque es de esas veces que pasa un ángel y calla todo el mundo cuando menos lo necesitas. Y hasta hoy. Van tres días de friki declarado.

Parece una secuencia lógica. Te defines como friki, y te entran unas ganas locas de ir al estreno de la séptima de Harry Potter vestido de Harry Potter y, a ser posible, acompañado de un par de Hermiones (jermaionis, aunque la gente me llame friki por llamarla jermaioni y no ermion) y, s'il fallait le faire, de algún Ron Weasly. O eso, o vas al karaoke y te espetas delante de un montón de gente y, ¿qué cantas?, ¿la tipiquez de '¿Quién es? Soy yo ¿Qué vienes a buscar? A ti. Ya es tarde. ¿Por qué? Por qué ahora soy yo la que quiere estar sin tí*' de los karaokes? Pues no. Subes con cuatro frikis (saludos a Raquel (Lil Mushroom) y a Antonio el chico de Córdoba, y también a Kate - ver foto - y a Mammen Moon, que no quiso salir a cantar) y berreas la sintonía de 'Digimon'. El caso es que retrospectivamente (karaoke) y prospectivamente (posible ida de olla al cine en la forma de Harry Potter), te lo pasas (o imaginas que te lo pasas) de puta madre. Y que me quiten lo frikeado. 




FIG 1: Como si cantar 'Digimon' fuera una obra de arte, Kate y Dani se concentran en destrozarla lo mejor que pueden. A la derecha aparecerían Antonio y Raquel. Por evitarles el mal rato de verse en este blog, se omiten sus imágenes (política de protección). 


Y después de divertirte un rato con amigos y compañeros de piso en el karaoke, piensas lo que ya venías pensando desde que te echaron en cara haber echado algunas horas en verano en adelantar una asignatura: que en esta vida, el friki disfruta. El estándar se pierde cosas. Seguiré yendo a clase con mi carpeta marrón, la de los apuntes, la que tiene una portada para cada asignatura currada a photoshop y con un pokemon bien grande en cada una. Seguiré adelantando apuntes en verano si eso me permite escaparme al cine o al karaoke o a donde me salga de la punta del nabo. Implementaré mis capacidades para el disfraz tantas veces como me de la gana, hasta el punto de quitarle el papel a Roger el de American Dad. Y seguiré cantando por la calle 'El perro, el perro, es mi corazón, el gato, el gato, el gato no es bueno' (Cilantro's song). Y que ladren. Que prefiero ser auténtico a ser un estándar más de la vida, un mainstream (Kate dixit) que escucha lo que escuchan los demás y que hace lo que hacen los demás porque lo hacen los demás. Y mientras que no haga daño a nadie (regla áurea), intentaré seguir haciendo amigos, seguir construyéndome como persona, y buscando mi camino en este mundo hasta dar con todo lo que quiera y dar todo mi cariño a los demás. Y a quien no le guste, que le eche azúcar. 


*Mención especial a Raquel Sánchez, la de la habitación 2, que sugirió la canción de Pimpinela como la cosa más típica de un karaoke. 
**Olvidé mencionar que la carpeta marrón se acompaña de un estuche de Bob Esponja. Y que el estuche de Bob Esponja complementa de miedo con el peluche de Patrick Star que hay encima de mi cama. Y que ando buscando como loco un peluche de Shellos o de Dialga, pokemon de nueva generación. Y que no los encuentro. Y me tienen loco. 

7 comentarios:

Mammen Moon dijo...

A mí, me gusta que no seas estándar, que lleves una carpeta marrón, que me des a conocer nuevas canciones, me gusta tu frikismo y me gustas tú (¡toma piropo! :D)

Este finde, planeamiento de un videoclip "por soleares".

PD: Una posible Jermaioni II se arrepiente terriblemente de no haber visto el "¿Quién es?-Soy yo-¿Qué vienes a buscar?- A ti..." :)

Unknown dijo...

Carmen... siempre podemos cantarla para la próxima... porque me parece que no hay ninguno de nosotros que haya salido descontento de ese karaoke!! Aparte de la de sabina que nos queda pendiente (dijo hola y adiós...) me gustaría que tu, kate y yo cantásemos esta:

http://www.youtube.com/watch?v=vzT8Q15DWOM

Superelegante. Con tu francés, la voz de Marta, y mi... bueno, mi frikismo, nos quedaría genial!!! Y sabina también, no doubt

Rach dijo...

¡La próxima vez que me llames por nombre+apellido te retiro la palabra!

Esther, o Li'l, para los amigos :)

Y ya puestos a ser frikis, sabiendo que tienen canciones orientales, y que si les llevamos una buena carpeta de canciones, las añaden... ¿por qué no preparamos para la próxima Digimon en japonés? ^_^

Unknown dijo...

Eso ya sería friki al cuadrado... se puede probar, Ester!!

Kate Lennon dijo...

Ains, cómo me gusta que me citen por ahí en blogs ajenos! :D Pues he aquí otra friki orgullosa de ello. Creo que lo que más me ha gustado de esta entrada ha sido el detealle de "Porque en esta vida, el friki disfruta. El mainstream se pierde cosas" No podrías haberlo dicho mejor. Felicidades. Además, se diga lo que se diga, todos tenemos nuestro lado friki. Quién no se ha aficionado a una estúpida serie hasta el punto de no salir una noche para poder verla? Quién no ha escuchado alguna vez a un grupo musical del que nadie más ha oído hablar? Quién no ha aprendido algo simplemente porque le daba la gana? La única diferencia es que algunos tenemos las pelotas de reconocerlo, y de reconocer que nos divierte. Y entonces es cuando nos llaman frikis. Pura envidia, diría yo.

Unknown dijo...

OOOOOOHHH MI NIÑA... Que cosas me dice XD

Unknown dijo...
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